En esta nueva obra, Juan Pablo Lucchelli explora los trabajos iniciales de Lacan, mucho antes de su encuentro con lo que se denomina estructuralismo. Se suele situar el inicio de la obra de Lacan a principios de los años cincuenta, tras su encuentro con la obra de Lévi-Strauss, y a menudo se ignora el período que la precedió. Sin embargo, entre las numerosas referencias que influyeron en el joven Lacan, las figuras de Henri Wallon y Alexandre Kojève resultarán decisivas. Un análisis textual muy preciso de los primeros escritos, y en particular del artículo «Les complexes familiaux» de 1938, permite poner de manifiesto todo lo que Lacan le debe a Wallon.
Kojève, por su parte, está aún más presente en la obra del psicoanalista: el descubrimiento hecho por el autor de cartas inéditas de Lacan a Kojève pone de manifiesto la omnipresencia de este último, incluso más allá del período estructural. En la misma línea, otro descubrimiento, a saber una cita temprana de Horkheimer en un texto de Lacan, arroja nueva luz tanto sobre la noción lacaniana de «declive de la imagen paterna» como sobre la relación de Lacan con los autores de la escuela de Frankfurt, mismo si los destinos políticos de unos y otros son diametralmente opuestos.
La obra que vamos a leer nos sorprende por la asombrosa erudición, tanto histórica como epistemológica, que despliega sobre una parte un tanto olvidada de la obra de Lacan, a saber, el «primer Lacan», entre 1933 y 1948. En Lacan, de Wallon a Kojève, Juan Pablo Lucchelli investiga tenazmente todas las fuentes de los dos escritos fundamentales de este periodo: «El estadio del espejo» (1936) y «Los complejos familiares» (1938).